Desde el principio con su nacimiento el Club Estrella
de Boedo se identificó con un perfil social. Un aspecto importante si se tiene
en cuenta el contexto del país en el que surgió. Década del 90, la buena
calidad de vida ocultaba la situación real de la economía. Por lo que no
contaban con muchos recursos, ni siquiera con un lugar propio donde realizar
las actividades.
Así comenzaron en 1996, cuando inscribieron a sus
hijos en un torneo de la Liga
policial, y ayudados por el Club Caballito que les prestaba la cancha cuando
jugaban de local. Pero de a poco, y a pasos firmes, con la voluntad y las ganas
de los padres se forjó la institución que hoy en día lleva como bandera la
acción solidaria.
En 1997, al año de su
creación compartía un predio con la Asociación
Pro Ayuda a No Videntes (APANOVI), permitiéndole presentar
equipos en todas sus categorías por la gran cantidad de chicos que
participaban.
Cuando se consiguió el
predio en el que actualmente reside el club, en 2001, se incorporaron más
deportes, a parte del fútbol, tales como el básquet, voley y patín entre otros.
Con la esencia del club siempre presente, también se dio lugar, con la prestación
de sus instalaciones al Programa Adultos 2000. Un sistema que da la posibilidad
que mayores de 18 años, completen sus estudios tanto primarios como
secundarios. En el mismo, Judith Lestingui esposa del presidente y secretaria
de la institución, forma parte como facilitadora en las consultorías de las
distintas materias. Asimismo por fuera de dicho Programa, se brindan clases de
apoyo con profesores de materias específicas para toda la comunidad. No es un
dato menor si se piensa en la identidad que el club quiere asumir. Los chicos
pasan mucho tiempo dentro de las instalaciones, con los entrenamientos, los
partidos, y esto es una forma de estar presente y ayudar para que no dejen de
lado sus obligaciones.
Resulta difícil pensar en
otra prioridad más importante que la de relacionarse con la comunidad al brindar
apoyo. Pero Julio, padre de un jugador de baby, piensa, “podrían poner más
hincapié en lo deportivo para poder
conseguir un nivel más competitivo en todas las disciplinas, y de esa forma el
club se destacaría y crecería más rápido”.
Contraria a esta posición
se encuentra Mónica, abuela de un alumno de básquet. “Me siento muy orgullosa
de formar parte de un club que le pone tantas ganas y se preocupa por ayudar.
Pienso que también es un forma de que los más chicos absorban un ejemplo, y
esos valores puedan ser reproducidos en un futuro”.
Eligen la identificación
con lo social. Prestan también sus instalaciones a dos escuelas para que los
alumnos realicen educación física. Y el quincho lo utiliza un hogar para organizar
un comedor.
Sobran
motivos para que los socios, y los vecinos que aún no forman parte activamente,
tengan un sentido de pertenencia, un lugar que los incluye y los ayuda. Un
espacio con acciones y valores para reivindicar. Que el futuro se llene de
Estrellas.
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